viernes, 17 de mayo de 2013

La final más feliz

En aquella noche del 17 de mayo de 2013, el fuego sagrado de los dioses se desató en las botas de un futbolista, que jugó a los dados con el destino y ganó la partida.
La hierba recién cortada y recién regada, meláncolica. El jugador recibe el balón en el centro del campo. No lo piensa (¿qué habría de pensar?). Y golpea el balón. Lo golpea con el corazón, con las entrañas, con el alma. Lo ha golpeado como nunca antes lo había hecho y como nunca después lo hará. Bien lo sabe.
Y el balón sube y sube, hasta las nubes, hasta el cielo, hasta rozar el cielo del mundo, y el balón de seda busca el único hueco entre el guardameta y la portería, entre el destino y la felicidad.

Aquello no fue un gol, decían los elegidos que fueron al campo: aquello fue un milagro.
No sabemos qué equipo ganará esta noche. Sin embargo, el equipo que pierda, también habrá ganado: la fiesta del fútbol español. Por lo tanto, por favor, que el árbitro no pite el final.

martes, 14 de mayo de 2013

Películas de una vida III

Embellecedoras gafas de diseño, hambrientos cuchillos de cocina, turbadoras muestras de perfume, silenciosas chanclas para la playa, familiares taza de café de desayuno...Y películas. Ahora todos los domingos, los suplementos dominicales nos alegran el vivir con merecidos regalos. Entre éstos, películas. Y, en ocasiones, alguna obra maestra: Los idus de Marzo.
Stephen Meyers (Ryan Gosling) es un idealista y brillante comunicador. Es una pieza clave en la campaña presidencial del gobernador Mike Morris (George Clooney), en quien confía ciegamente. Durante las primarias de Ohio, Tom Duffy (Paul Giamatti), el jefe de campaña del oponente de Morris, cita a Meyers para hablar con él. Paralelamente, las negociaciones de Morris para conseguir el apoyo del senador de Carolina del Norte, se estancan. Además, Molly (Evan Rachel Wood), una joven becaria del equipo de Morris, con un pasado turbulento, ha captado la atención de Stephen. ¿La carrera, la victoria o la verdad? Hay que elegir.
Clooney, aquí director y actor, con una cámara de filo barbero, encuadra, con precisión de mecanismo de relojero, el pozo negro de las ambiciones de unos personajes (un grupo de eminentes actores en estado de gracia), que chapotean en las cloacas de la vida urbana actual.
Hablamos de cine profundo, directo, como un puñetazo en la boca del estómago, como un pájaro que estrellara su frágil cabeza contra una roca, poesía trágica que inunda la pantalla, vendaval inagotable de verdad cinematográfica. Un hielo que arde. Palabras mayores.